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Reflexión 32 – Poker de burros 24 enero 2010

Posted by ElConfidenteXXI in Comportamiento organizativo, Honestidad.
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He de admitir que la jugada ha sido maestra; previsible, pero no por ello sencilla.

Hace tiempo que querías irte. Lo has dicho incontables veces, tanto en público como en privado. Para ti no éramos más que un lastre: vendías más que el Director General y movías los hilos de esta oficina a tu antojo; pero para un semi-dios como tú no era suficiente.

Te interesará saber que nuestro presidente (el César) se siente traicionado. ¿Y por qué? Porque afirma que sin su ayuda no hubieras vendido ni un miserable proyecto. Fue el César quien te presentó a tus actuales clientes; y fue el César quien te protegió y te dio inmunidad para apuñalar por la espalda a tantos de tus compañeros, a los cuales desacreditaste y difamaste. ¿Y todo para qué? Simplemente para poder ascender meteoricamente a socio de este chiringuito.

Pero no es la posibilidad de perder La Gallina de los Huevos de Oro (ver Reflexión 24) lo que más le duele al César. No, esto no le inquieta ni a él ni a nadie. Todos sabemos que tu capacidad de venta es nula y que sólo pudiste vender algún proyectito gracias a la ayuda de tu familia. Pero esa no es la cuestión. El César se siente herido porque su hijo predilecto le ha vendido y humillado. ¡Dramático! Seguro que sabiendo esto, no podrás conciliar el sueño …

De sobra es conocido que eres un acomplejado; un negado social que siempre ha necesitado estar rodeado de aduladores y pelotas. No obstante, admito que has sabido cuidar de tus esclavos; has asegurado su ascenso año tras año, aún sabiendo que no eran más que una piara de incompetentes y analfabetos. Pero ya sabes, de tal palo, tal astilla.

Y como gran Sultán que eres, te has ido por la puerta grande, llevándote contigo a tu eunuco favorito. Pero todos sabemos que la historia no acaba aquí. Este es simplemente el primer paso, y en marzo te seguirán los pasos tus otros dos lacayos. Y entonces, volveréis a estar los cuatro juntos: poker de burros.

Sinceramente, creo que tu marcha es lo mejor que nos podía pasar. Sin indeseables como tú, esta empresa sólo puede mejorar. La pelota está ahora en nuestro tejado y ya no nos quedan excusas…

Reflexión 31 – La evaluación anual … ¡menuda inocentada! 4 enero 2010

Posted by ElConfidenteXXI in Comportamiento organizativo, Gestión del talento.
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Profesionalmente hablando, el día más importante para un empleado es el de su evaluación anual. En esa reunión, la empresa comunica a los empleados los resultados de su rendimiento laboral; es decir, la forma en que cada persona está desempeñando su trabajo. De este modo, la empresa justifica ascensos, aumentos salariales y despidos.

Asimismo, otro objetivo fundamental de este proceso es identificar las necesidades de formación y desarrollo, tanto para el individuo como para la organización: un punto clave para el crecimiento de ambos.

Tristemente, proceso de valoración llevado a cabo en mi empresa es una broma; una inocentada inaceptable perpretada por directores acomplejados y sin escrúpulos. Sobre el papel, nuestro proceso de valoración parece robusto y razonablemente justo. Después de interminables años usando el tradicional método de “a dedo”, hace tres años se implantó un procedimiento más estructurado y aparentemente más objetivo. Sin embargo, la realidad es que poco ha cambiado; este proceso nuevo no es más que otro de los espejismos que sustentan este castillo de naipes.

Principalmente, existen tres lagunas en el proceso de evaluación:

  1. La comisión de evaluación está constituida por un equipo de directores y gerentes, pero realmente controlada y dirigida por un director endiosado que asciende únicamente a sus sirvientes. Por lo tanto, no es de extrañar que para este director, los principales factores de evaluación sean:
    • Lealtad: predisposición del empleado a trabajar en exclusiva en los proyectos dirigidos por este director (ver Reflexión 29 – Un ejército de clones)
    • Sinergia: capacidad del empleado para reírse de los chistes macabros del director y contribuir con otros peores; es decir, la habilidad del esbirro para convertirse en un bufón y entretener
  2. El proceso de evaluación sigue siendo unidireccional, en lugar de bidireccional. Hace varios años que se acordó implantar un procedimiento donde los empleados tuviesen la oportunidad de valorar el trabajo y liderazgo de los directores. Lógicamente, esto no ha ocurrido porque al equipo directivo le sobra arrogancia y prepotencia. ¿Cómo iban a aceptar el Emperador y su séquito que un empleado cualquiera les sugiriese mejoras en su forma de actuar? ¡Esto sería una insubordinación, algo inaudito, una aberración!
  3. Pero lo más triste y patético de todo el proceso de evaluación son la altanería y la falta de preparación de los mentores a la hora de explicar y justificar las decisiones del comité directivo a cada empleado. La ambigüedad absoluta y continuas incoherencias en las respuestas de los mentores hacen del proceso una experiencia frustrante y deprimente. No digo que la valoración del empleado sea incorrecta, sino que es prácticamente inútil ya que no se ofrecen ni ejemplos de donde se hicieron mal las cosas, ni sugerencias de mejora. Y como me dijo hace unas semanas mi mentor:

Yo: Miguel (nombre ficticio), dime en qué proyecto cometí ese error.

Miguel (mi mentor): en el proyecto X.

Yo: ¡Pero si en ese proyecto no realizamos esa actividad!

Miguel: Pues si no fue en ese, entonces fue en otro. Da igual.

Yo: Pues a mí no me da igual. No estoy conforme con esa valoración.

Miguel: Pues lentejas – si quieres las comes, y si no te vas y las dejas.

Esta anécdota es simplemente la manifestación de una cultura empresarial podrida, en la cual se valora la servidumbre frente a la calidad del trabajo, la iniciativa propia, las relaciones con los compañeros o el desarrollo de los coordinados. En resumen, una cultura de chiringuito de playa.

Pero me pregunto si los directores se han dado cuenta – aunque seguramente no les importe – que la falta de un proceso de evaluación razonablemente justo resulta en la progresiva decepción de los empleados ante la falta de reconocimiento y avance  de sus carreras. Y que esto dispara la rotación y reduce dramáticamente el rendimiento de los que nos quedamos.

No sé si estos ilustrados se han dado cuenta, pero la inocentada les está saliendo muy cara…

Reflexión 18 – Torrente, el brazo tonto de la consultoría 5 noviembre 2009

Posted by ElConfidenteXXI in Capacidad y competencia.
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En todas la empresas existe un Torrente; ese gerente que hace la vida imposible a todos. Un sujeto que desprecia, insulta y ningunea a los empleados, pero que besa el suelo por donde pasan los directores.

Un ingrato que no tiene ningún reparo en colocarse las medallas de otros, pero que cuando las cosas se tuercen, no duda en señalar con el dedo y escurrir el bulto.

Un analfabeto agresivo, sin modales que está incapacitado para gestionar o dirigir; pero que incomprensiblemente gana un sueldo desproporcionado y se mantiene a base de habilidad y astucia, nunca mérito. Un miserable que se ha aprovechado de la influencia de su familia para hacerse un hueco en el circo donde trabajo.

Un negrero, que exige lo que nunca se ha exigido a sí mismo. Un acomplejado que intenta ocultar su ignorancia a base de gritos y descalificaciones. Un egoísta que no está dispuesto a dedicar un minuto de su tiempo a nadie si no es por interés. Eso sí, cuando necesita que le ayudes, su comportamiento cambia completamente, volviéndose amable.

Un manipulador nato que alimenta rumores sobre todos, siendo el objetivo de sus críticas aquella persona ausente en aquel momento. Una plaga que vive cobijado bajo el ala del director, con el cual comparte una gran amistad forjada durante años de fraudes y despropósitos.

Un empleado que representa lo que no debería ser un consultor. Un vendedor de humo sin igual, que nunca da su brazo a torcer porque su orgullo no se lo permite. Un soberbio que mira al resto por encima del hombro y cree que podrá vivir del cuento toda su vida.

Una persona sin compañeros de trabajo, a los que clasifica entre «los que me caen mal», «los que me caen muy mal» y «los que no me importan una mierda».

Pero lo que ignora Torrente es que el mundo es un pañuelo y que poco a poco, su reputación empieza a precederle. Y Torrente, entusiasta como eres en seguir por este camino, recuerda que nunca podrás que no te avisé. Simplemente tendrás lo que te mereces.

Reflexión 16 – ¿Alumnis, para qué? 2 noviembre 2009

Posted by ElConfidenteXXI in Capacidad y competencia.
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Los alumnis son la mayor fuente de ingresos recurrentes para las consultoras. ¿Y qué son? Personas que han dejado la consultoría, voluntariamente o no, y que ahora trabajan en otro sector.

Cuando un consultor se marcha de una consultora, éstas se esfuerzan para ayudar a esa persona a colocarse en un puesto de influencia. ¿Por qué? Porque saben que esa persona es ahora un cliente, y además, un cliente afín/leal a la consultora. Esto significa que cuando esta persona tenga que contratar consultoría, lo más probable es que se lo compre a sus antiguos compañeros y amigos. Es lógico.

Lo que no es lógico es lo que pasa en mi empresa. Desde que llevo aquí, no ha surgido ni un proyecto a través de la red de alumnis. El por qué es sencillo: el desprecio con el que se trata a la gente es tal, que los que se van lo hacen rencorosos y sin ninguna intención de volver a tratar (menos aún contratar) a su antiguo empleado. Además, no nos preocupamos por mantener el contacto con nuestros alumnis: no les mantenemos al día con lo que pasa en la empresa, tampoco les mandamos felicitaciones, no organizamos eventos sociales (quedada de copas), etc.

Como dijo un directivo de la empresa cuando se le preguntó sobre este tema: ¿Dedicar tiempo a los alumnis, para qué?

Esta respuesta demuestra nuestra incapacidad de poder sacarnos a nosotros mismos del agujero en el que estamos metidos. Y como he dicho en alguna otra reflexión anterior: esto no tiene nada que ver con la crisis. Simplemente, tenemos lo que nos merecemos.

Reflexión 9 – Sin duda, vosotros sois nuestro mayor activo 14 octubre 2009

Posted by ElConfidenteXXI in Gestión del talento.
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Últimamente se me revuelve el estómago cada vez que un director comparte su sabiduría conmigo. Recientemente les ha dado por cotorrear sobre lo que hoy llamamos con cursilería talent management; es decir, la gestión de recursos humanos de toda la vida. Increíblemente, les falta tiempo para soltar frases como: «Nuestra empresa es un lugar especial para trabajar», «Cada uno de vosotros hacéis de esta empresa un lugar único» o «Vosotros sois nuestro mayor activo». Escuchar esto me hace sentir repulsa, indignación y desprecio.

Las personas siempre han sido y serán lo más importante. La calidad, tanto individual como por equipos, invariablemente marcará la diferencia entre dos empresas competidoras. Esta verdad, evidente y nada nueva, debería ser el eje fundamental de toda compañía. Entonces, ¿por qué no es así? ¿Por qué gestionamos al personal de forma tan nefasta y vergonzosa? ¿No se dan cuenta los Directores que con su prepotencia absurda están perjudicando a la empresa y, por lo tanto, a ellos mismos?

Una buena gestión de la plantilla se basa primordialmente en el respeto y la profesionalidad; dos factores que brillan por su ausencia en mi empresa. Ya no me asombra oír a Directores y Managers hacer comentarios del tipo: «Esta presentación es una mierda y vosotros sois una panda de retrasados» o «Aquí no se os paga por pensar, sino por hacer lo que yo digo. Para pensar, te vas a tu puta casa» o incluso «Simplemente eres un jodido paleto, así que guárdate tus sugerencias para alguien que las quiera oír». Menudo espectáculo. Después de estas sesiones de motivación avanzada no es de extrañar que nos entregamos en cuerpo y alma a trabajar… Bromas aparte, es triste comprobar que la descalificación se haya convertido en algo cotidiano.

Como he mencionado antes, se supone que los directores y demás altos cargos son gente preparada (a muchos de ellos les falta tiempo para recalcar que tienen un MBA por la universidad de nosedonde).

Sin embargo, sus acciones les delatan. Son analfabetos, papagayos que repiten de memoria lo que han leído recientemente en la última edición del Harvard Business Review; esbirros con actitud chulesca y arrogante, que se pavonean y miran a los demás como si nos estuvieran perdonando la vida. Simplemente, la mayor colección de impresentables de España. He de admitir que siempre hay justos en Sodoma. Sin embargo, esto no les exculpa. Su omisión les hace corresponsables por cerrar los ojos ante el ninguneo y el insulto.

Únicamente erradicando este tipo de comportamientos podremos empezar a decir que los empleados somos el activo más importante de una empresa.

Reflexión 6 – Y es que siempre ha habido clases 7 octubre 2009

Posted by ElConfidenteXXI in Comportamiento organizativo.
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Por desgracia, en muchas consultoras existe una cultura clasista muy pronunciada, y la mía no es una excepción. Existen dos clases: consultores y personal administrativo. Estos últimos son imprescindibles, ofreciendo todo tipo de ayudas en la gestión administrativa y búsqueda de información para que los consultores puedan dedicarse exclusivamente a resolver los problemas de los clientes y, por lo tanto, facturar.

 

Sin embargo, el trabajo del personal administrativo no se valora como se merece. Y lo digo yo, que soy consultor y lo veo a diario. Mis argumentos quedan reflejados en la siguiente anécdota:

 

A raíz de la ruptura de la burbuja punto.com, nuestra empresa congeló todos los sueldos. Sin embargo, cuando empezó la recuperación, los salarios de los consultores fueron los únicos en descongelarse. Durante cinco años, a los consultores se nos ascendía y se nos pagaban generosos bonuses. En cambio, al personal de administración se les ninguneaba y se les decía que este no era el momento para pedir más dinero. Esta actitud bochornosa se debe a muchos consultores creen que el personal de administración únicamente realiza labores de poco valor y que, por lo tanto, es totalmente prescindible. 

Y es que como diría un manager al que llamamos Torrente por su manera de hablar y de tratar a la plantilla: «Siempre ha habido clases».

Ahora que con la excusa de la crisis se ha prescindido de muchos de estos profesionales, los consultores hemos tenido que asumir las tareas administrativas. Y es que, entre queja y queja, empezamos a darnos cuenta del gran valor aportado por aquellos a los que se menospreciaba a diario. Que nos sirva de lección.

Reflexión 4 – Al final, todos somos liebres o perros de caza 2 octubre 2009

Posted by ElConfidenteXXI in Comportamiento organizativo.
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En los últimos meses, mi empresa ha despedido a un número elevado de personas. Me gustaría compartir dos anécdotas bastante elocuentes sobre cómo no se deben de hacer las cosas:

Durante la primera ronda de despidos, el director justificó de esta manera la actuación de la empresa:

«Unas veces se es liebre y otras perro de caza. Hay que saber correr delante de la liebre y detrás del perro de caza. Por lo tanto, hoy me ha tocado ser perro de caza y a ellos liebres».

La metáfora animal es insuperable; simplemente increible. No valoraré en esta Reflexión si el despido de programadores – que suponían un coste irrisorio para la empresa – era una medida adecuada y necesaria para salvar a la empresa. Pero el comentario insensible es inaceptable y refleja su capacidad de liderar y motivar a una empresa en tiempos de crisis.

Como colofón y para dejar patente que las cosas se pueden hacer de otra manera, describo la segunda anécdota.

Miguel [nombre ficticio], un director de nuestra oficina llamó a Luis [nombre ficticio] para decirle que quedaba despedido. La razón era simple: Luis, después de haber estado trabajando para el mismo cliente X, solicitó a Miguel que le dejase cambiar de cliente para continuar aprendiendo. Miguel se negó, apartó a Luis del equipo y al cabo de unas semanas le despidió.

Esa misma tarde, Luis recibió una llamada. El presidente quería comunicarle que había salido un nuevo proyecto con el cliente X. El presidente rogó a Luis que lo aceptase, ya que la oficina necesitaba el proyecto como agua de mayo y su conocimiento era imprescindible. En momentos de crisis, donde tener un trabajo es tener un tesoro, Luis aceptó el trabajo.

Se pueden hacer muchas lecturas de esta anécdota. Sin embargo, es sorprendente – o no- que Miguel recurriese al presidente para hacer la llamada, cuando no tuvo ningún reparo en hacerla por la mañana para despedir a Luis. Todo un ejemplo de humildad y capacidad de reconocer los errores. Simplemente patético.

Reflexión 1 – Pasarse la pelota … o el proyecto 11 septiembre 2009

Posted by ElConfidenteXXI in Gestión del cliente.
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A media mañana ha llamado un cliente solicitando hablar con el responsable de la Práctica de Automoción. Como es norma, la recepcionista ha llamado al Director responsable para decirle que tenía a un cliente en espera solicitando información sobre la Práctica y sus servicios. Lo asombroso de esta anécdota no es que el cliente nos haya llamado directamente – un hecho extraordinario en tiempos de crisis – sino que el Director de la Práctica en cuestión se negó a atender al cliente y pidió a la recepcionista que redirigiese al cliente a otro Director. Y es aquí donde inicia el juego de la patata caliente: los Directores comienzan a pasarse la llamada en espera de unos a otros sin importarles que al otro lado de la llamada hay un potencial cliente. Obviamente al cabo de unos minutos, el cliente se cansó y colgó, y no hace falta ser un superdotado para saber que no volverá a llamar jamás.

¿Cómo puede una empresa, a la que le faltan proyectos y que ha realizado dos rondas de despidos, adoptar esta actitud de desprecio y prepotencia con un cliente? Esta anécdota no es un hecho aislado; es una actitud mantenida desde hace tiempo. Un hábito nefasto que no era crítico durante los años de bonanza económica y abundancia de proyectos, pero que ahora es determinante.