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Reflexión 31 – La evaluación anual … ¡menuda inocentada! 4 enero 2010

Posted by ElConfidenteXXI in Comportamiento organizativo, Gestión del talento.
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Profesionalmente hablando, el día más importante para un empleado es el de su evaluación anual. En esa reunión, la empresa comunica a los empleados los resultados de su rendimiento laboral; es decir, la forma en que cada persona está desempeñando su trabajo. De este modo, la empresa justifica ascensos, aumentos salariales y despidos.

Asimismo, otro objetivo fundamental de este proceso es identificar las necesidades de formación y desarrollo, tanto para el individuo como para la organización: un punto clave para el crecimiento de ambos.

Tristemente, proceso de valoración llevado a cabo en mi empresa es una broma; una inocentada inaceptable perpretada por directores acomplejados y sin escrúpulos. Sobre el papel, nuestro proceso de valoración parece robusto y razonablemente justo. Después de interminables años usando el tradicional método de “a dedo”, hace tres años se implantó un procedimiento más estructurado y aparentemente más objetivo. Sin embargo, la realidad es que poco ha cambiado; este proceso nuevo no es más que otro de los espejismos que sustentan este castillo de naipes.

Principalmente, existen tres lagunas en el proceso de evaluación:

  1. La comisión de evaluación está constituida por un equipo de directores y gerentes, pero realmente controlada y dirigida por un director endiosado que asciende únicamente a sus sirvientes. Por lo tanto, no es de extrañar que para este director, los principales factores de evaluación sean:
    • Lealtad: predisposición del empleado a trabajar en exclusiva en los proyectos dirigidos por este director (ver Reflexión 29 – Un ejército de clones)
    • Sinergia: capacidad del empleado para reírse de los chistes macabros del director y contribuir con otros peores; es decir, la habilidad del esbirro para convertirse en un bufón y entretener
  2. El proceso de evaluación sigue siendo unidireccional, en lugar de bidireccional. Hace varios años que se acordó implantar un procedimiento donde los empleados tuviesen la oportunidad de valorar el trabajo y liderazgo de los directores. Lógicamente, esto no ha ocurrido porque al equipo directivo le sobra arrogancia y prepotencia. ¿Cómo iban a aceptar el Emperador y su séquito que un empleado cualquiera les sugiriese mejoras en su forma de actuar? ¡Esto sería una insubordinación, algo inaudito, una aberración!
  3. Pero lo más triste y patético de todo el proceso de evaluación son la altanería y la falta de preparación de los mentores a la hora de explicar y justificar las decisiones del comité directivo a cada empleado. La ambigüedad absoluta y continuas incoherencias en las respuestas de los mentores hacen del proceso una experiencia frustrante y deprimente. No digo que la valoración del empleado sea incorrecta, sino que es prácticamente inútil ya que no se ofrecen ni ejemplos de donde se hicieron mal las cosas, ni sugerencias de mejora. Y como me dijo hace unas semanas mi mentor:

Yo: Miguel (nombre ficticio), dime en qué proyecto cometí ese error.

Miguel (mi mentor): en el proyecto X.

Yo: ¡Pero si en ese proyecto no realizamos esa actividad!

Miguel: Pues si no fue en ese, entonces fue en otro. Da igual.

Yo: Pues a mí no me da igual. No estoy conforme con esa valoración.

Miguel: Pues lentejas – si quieres las comes, y si no te vas y las dejas.

Esta anécdota es simplemente la manifestación de una cultura empresarial podrida, en la cual se valora la servidumbre frente a la calidad del trabajo, la iniciativa propia, las relaciones con los compañeros o el desarrollo de los coordinados. En resumen, una cultura de chiringuito de playa.

Pero me pregunto si los directores se han dado cuenta – aunque seguramente no les importe – que la falta de un proceso de evaluación razonablemente justo resulta en la progresiva decepción de los empleados ante la falta de reconocimiento y avance  de sus carreras. Y que esto dispara la rotación y reduce dramáticamente el rendimiento de los que nos quedamos.

No sé si estos ilustrados se han dado cuenta, pero la inocentada les está saliendo muy cara…

Comentarios»

1. Literal 5 - 4 enero 2010

Hola Confiddente dices
«Pero me pregunto si los directores se han dado cuenta – aunque seguramente no les importe – que la falta de un proceso de evaluación razonablemente justo resulta en la progresiva decepción de los empleados ante la falta de reconocimiento y avance de sus carreras. Y que esto dispara la rotación y reduce dramáticamente el rendimiento de los que nos quedamos.»

No te lo preguntes más. claro que lo saben y les da lo mismo

L a evaluacion es un trámite en el que te porqu e no te van a apagar lo prometido nada mas

Eso si no hay otros «intereses de Bajura»

Hace tiempo un jefecillo mio hacia igual, peor nos hacia igual a todos …menos a uno «Su niño»

Francamente nunca he sabido si estaba liado con él o que.

Al final durante una conversación muy «tensa» llego a justificarse diciendome que es que:
– «él , «Al niño» le debia mucho»
y yo le dije que
-«por mi que le pusiera un piso, que me daba igual, pero que no lo hiciera a mi costa»

Se lo dije en privado y no lo fui gritando a los cuatro vientos pero me dio lo mismo

Desde entonces «odio eterno a los romanos»

Por cierto que como esto partía de su propia bragueta… luego supe que a partir d e su nivel hablaba pestes de todos nosotros (menos de su Niño ) a los jefes y no nos dejaba hablar con ellos directamente

No era monomania lo que era , el muchacho (era y es) un hijo de la gran puta.

Al Niño no sé si se lo tiró o no s e lo tiró porque a su vez el niño era ( y es) un «chulo de putas» que le chuleaba vilmente en público y en privado

Vivir para ver

Coincido contigo en que las evaluaciones se pensaron para lo que tu dices pero se utilizan para lo que quieren ellos: Pagar poco y el que este tentado de molestarles …que se cambie de empresa.

Todo son ventajas

Saludos

2. Talentoso - 18 enero 2010

No sé si debería contar la historia de aquel cargo medio de mi empresa que por imposición de los jefazos de la matriz ascendió (con treinta y pocos años) a jefe de área en la que había otros empleados con 20 años de permanencia en la empresa, muchísima más experiencia y cartera de clientes que él, que sería, a partir de entonces, el encargado de sus evaluaciones y de dirigir su trabajo…

Puede que fuese un tipo muy cualificado, con don de gentes y un poco de «pesquis» para darse cuenta de su complicadísima situación, pero no…

Un detalle: llamó a su primer hijo con el nombre de uno de sus principales contactos empresariales. Evidentemente su mujer sigue preguntándose todavía por qué tuvo que ceder con ese nombrecito, y todos nos preguntamos por qué el socio director se refiere a ese niño como «el nietísimo»… ¡puaj!

3. Literal 5 - 21 enero 2010

Hola

Talentoso no descartes nada, que la genética tira mucho hacia los “hijos/nietos”

Con estas cosas no se pueden apartar sospechas.

Como en una telenovela puede que el Ascendido, en plan Brother, le prestase en agradecimiento su woman al director todopoderoso para que haga sus pinitos y, si acierta, y la Santa se queda embarazada En fin Una Alegría.

-!Que machote vuecencia!

Según el código Napoleónico “ los hijos habidos dentro del matrimonio lo son del marido “ con que

-Ya que usted no puede darle su apellido nos hemos permitido imponerle su nombre de pila!

El proxenetismo también existe en las finanzas

El Novelón podría titularse “Ascendido y Coronado” ( De los productores de «Esta noche salgo, pero vuelvo pronto»)

Por otra parte- Confidente, últimamente no escribes mucho¿?

Tampoco parece que se animen muchos a escribir

O el tema les resulta árido, o el 2010 ha podido ya con todos, o bien es que, lo que les apasionaba, era el morbillo de ver t u profecía hecha realidad y tu empresa cerrada y a ti en la calle.

Presumo que no se ha dado ninguna de esas cosas

Cuéntanos

Saludos

Migerentevago_09 - 24 enero 2010

si que ha decaído la cosa, si.
Lo que pasa es que el tema creo que ya no da para mucho mas…

4. ElConfidenteXXI - 24 enero 2010

Hola a todos,

Han estado pasando demasiadas cosas en las últimas semanas, y necesitaba tiempo para ponerlo todo en perspectiva.

La empresa sigue en pie, pero ahora sí que nos la jugamos.

Un saludo


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