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Reflexión 11 – Incoherentes y cobardes 26 octubre 2009

Posted by ElConfidenteXXI in Comportamiento organizativo, Honestidad.
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Recientemente, todos los empleados hemos rellenado una encuesta de satisfacción, que cubrían parámetros como: liderazgo del equipo directivo, profesionalidad en el trato diario, oportunidades de desarrollo, etc.

Obviamente, nuestra oficina no ha quedado muy bien parada en el ránkin de empresas. Supongo que a los que leeis este blog de manera frecuente no os habrá extrañado; pero inexplicablemente, la publicación de estos resultados ha generado gran revuelo en la oficina, además de incredulidad e indignación. El cabreo se debe a que los directores no han aceptado de buena gana el severo correctivo de los resultados, y la descripción sin pelos en la lengua de los principales problemas de la empresa. 

Pero, ¿Cómo se han atrevido? ¿Y estos peleles quienes se creen que son? Estas y otras memeces se han repetido a diario por un grupo afin al actual equipo directivo. No sólo esto, sino que estos comprados van preguntando a sus compañeros si están de acuerdo con los comentarios publicados. Tristemente, frente a esta situación, todos nos vestimos de San Pedro y negamos la mayor.

¿Pero no era esta una encuesta anónima en la que se nos invitaba a sincerarnos sobre el funcionamiento de la empresa? Entonces, ¿Por qué se interrogando a todos los consultores, uno a uno, para encontrar a los culpables? ¿Por qué los directores se rasgan las vestiduras si ellos son los culpables? ¿No sería mejor que dedicasen sus esfuerzos a mejorar el trato con los empleados para que los resultados del año que viene sean mejores?

Reflexión 10 – ¿Compromiso? No me hagas reír. 19 octubre 2009

Posted by ElConfidenteXXI in Comportamiento organizativo.
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En la última reunión de oficina, el director volvió a pedir compromiso con la empresa. Su Majestad dice que ve la moral de la oficina por los suelos y una situación de desánimo generalizado. ¡Bingo! Sin duda, la lectura de la situación es impecable. Sin embargo, nuestro líder absoluto cree que la desmotivación se debe a la falta de proyectos y al empeoramiento de nuestro negocio. Se equivoca por completo. Esta puede ser una de las razones, pero no la más importante. La respuesta al cabreo monumental de la gente es mucho más obvia: ni Su Majestad ni ninguno de sus amiguetes (Directores) han demostrado el compromiso que tanto les gusta predicar.

 

Es innegable que el negocio está cayendo en picado y que, por lo tanto, es necesario reducir costes. Sin embargo, después de numerosos años de despilfarro, ¿cómo reaccionarían frente a esta situación? Las opciones que os presento son las siguientes:

 

1. ¿Se rebajarían el sueldo, como lo han hecho en otras empresas? Como alternativa, incluimos la opción de rebajar el sueldo un 10% a toda la oficina para conseguir el mismo objetivo.

  

2. ¿Prescindirían de sus otros beneficios, como por ejemplo coches de empresa?

 

 3. ¿Redoblarían sus esfuerzos comerciales para vender más proyectos? 

 

4. Pedirían a todos lo empleados que cogiésemos un mes de vacaciones no pagadas?

 

5. ¿O tendrían la caradura de echar a empleados (que ganan cuatro míseras pesetas al año) para maquillar las cifras y apaciguar al accionista?

 

Como siempre, pensar mal y acertaréis. Hay que ser muy golfo y carecer de todo tipo de escrúpulos para pedir a los empleados que arrimen el hombro, al mismo tiempo que echas al 25% de ellos a la calle y, encima, no renuncias a ninguno de tus privilegios. ¿Es realmente necesario que con tu sueldo de más de €130.000, te sea imprescindible un nuevo cochazo de empresa? La respuesta de los directores ha sido un rotundo sí. Ante todo, quisiera agradecerles su sacrificio y valentía por haber tomado estas medidas. Su profesionalidad y coherencia son, sin duda, la mayor muestra de su compromiso.

Reflexión 7 – ¿Estás seguro de que es por culpa de la crisis? 8 octubre 2009

Posted by ElConfidenteXXI in Comportamiento organizativo, Gestión del cliente.
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Ahora, parece que la crisis es la culpable de todos nuestros males. No comparto esta opinión. La crisis ha agravado y expuesto con mayor claridad las carencias que ya sufríamos como empresas ineficaces.

Mi empresa, como cualquier otra, depende de sus clientes. Sin embargo, algunas veces pienso que esto no es tan evidente para algunos directores:

Hace unos meses, tres compañeros míos estuvieron trabajando en una propuesta. Ganar el proyecto suponía ingresar varios millones de euros, que para nostros eran críticos. El plan era que mis compañeros hiciesen la propuesta y que el director se fuese a Croacia a presentarla junto a un colaborador externo.

A continuación resumo lo que pasó en realidad:

  1. La propuesta se completó en dos semanas a marchas forzadas
  2. El colaborador externo llega a Croacia y llama al director (la presentación empezaba en una hora)
  3. El director responde a la llamada diciendo que le duele la tripa y que ha decidido no ir a la presentación
  4. El colaborador externo le pregunta al director si por lo menos va a esta presente vía telefónica para contestar preguntas
  5. El director dice que no, deseándole buena suerte

No hace falta ser muy listo para darse cuenta que el colaborador externo – persona muy competente pero que no había participado en la propuesta ni conocía su contenido – no pudo defender convincentemente nuestra propuesta frente al CEO croata.

Sin embargo, los croatas nos dieron una segunda oportunidad. Nos pidieron cambios en la propuesta, concediéndonos tres días más. Con renovadas energías nuestro equipo realizó los cambios y se los mandó al director para que únicamente se los enviase a los croatas. Sin embargo, por alguna razón que se me escapa, el director no lo hizo. Nuestro equipo se lo recordó en numerosas ocasiones y él respondía «ahora lo hago», pero finalmente no lo hizo. A los dos días, los croatas nos escribieron para decirnos que no nos molestásemos en enviar la propuesta…

¿Cómo se justifica tal comportamiento? ¿No le importan las consecuencias? ¿Por qué no se le exigió dar explicaciones? Este tipo de actuaciones son inaceptables. La actitud de desprecio que demostró este director desmotivó al equipo que, durante tantas horas, dedicó tiempo y esfuerzo; y destrozó la relación con un cliente imprescindible.

No creo que esta sea la postura que deba tomar una empresa que está al borde de la quiebra…

Reflexión 6 – Y es que siempre ha habido clases 7 octubre 2009

Posted by ElConfidenteXXI in Comportamiento organizativo.
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Por desgracia, en muchas consultoras existe una cultura clasista muy pronunciada, y la mía no es una excepción. Existen dos clases: consultores y personal administrativo. Estos últimos son imprescindibles, ofreciendo todo tipo de ayudas en la gestión administrativa y búsqueda de información para que los consultores puedan dedicarse exclusivamente a resolver los problemas de los clientes y, por lo tanto, facturar.

 

Sin embargo, el trabajo del personal administrativo no se valora como se merece. Y lo digo yo, que soy consultor y lo veo a diario. Mis argumentos quedan reflejados en la siguiente anécdota:

 

A raíz de la ruptura de la burbuja punto.com, nuestra empresa congeló todos los sueldos. Sin embargo, cuando empezó la recuperación, los salarios de los consultores fueron los únicos en descongelarse. Durante cinco años, a los consultores se nos ascendía y se nos pagaban generosos bonuses. En cambio, al personal de administración se les ninguneaba y se les decía que este no era el momento para pedir más dinero. Esta actitud bochornosa se debe a muchos consultores creen que el personal de administración únicamente realiza labores de poco valor y que, por lo tanto, es totalmente prescindible. 

Y es que como diría un manager al que llamamos Torrente por su manera de hablar y de tratar a la plantilla: «Siempre ha habido clases».

Ahora que con la excusa de la crisis se ha prescindido de muchos de estos profesionales, los consultores hemos tenido que asumir las tareas administrativas. Y es que, entre queja y queja, empezamos a darnos cuenta del gran valor aportado por aquellos a los que se menospreciaba a diario. Que nos sirva de lección.

Reflexión 4 – Al final, todos somos liebres o perros de caza 2 octubre 2009

Posted by ElConfidenteXXI in Comportamiento organizativo.
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En los últimos meses, mi empresa ha despedido a un número elevado de personas. Me gustaría compartir dos anécdotas bastante elocuentes sobre cómo no se deben de hacer las cosas:

Durante la primera ronda de despidos, el director justificó de esta manera la actuación de la empresa:

«Unas veces se es liebre y otras perro de caza. Hay que saber correr delante de la liebre y detrás del perro de caza. Por lo tanto, hoy me ha tocado ser perro de caza y a ellos liebres».

La metáfora animal es insuperable; simplemente increible. No valoraré en esta Reflexión si el despido de programadores – que suponían un coste irrisorio para la empresa – era una medida adecuada y necesaria para salvar a la empresa. Pero el comentario insensible es inaceptable y refleja su capacidad de liderar y motivar a una empresa en tiempos de crisis.

Como colofón y para dejar patente que las cosas se pueden hacer de otra manera, describo la segunda anécdota.

Miguel [nombre ficticio], un director de nuestra oficina llamó a Luis [nombre ficticio] para decirle que quedaba despedido. La razón era simple: Luis, después de haber estado trabajando para el mismo cliente X, solicitó a Miguel que le dejase cambiar de cliente para continuar aprendiendo. Miguel se negó, apartó a Luis del equipo y al cabo de unas semanas le despidió.

Esa misma tarde, Luis recibió una llamada. El presidente quería comunicarle que había salido un nuevo proyecto con el cliente X. El presidente rogó a Luis que lo aceptase, ya que la oficina necesitaba el proyecto como agua de mayo y su conocimiento era imprescindible. En momentos de crisis, donde tener un trabajo es tener un tesoro, Luis aceptó el trabajo.

Se pueden hacer muchas lecturas de esta anécdota. Sin embargo, es sorprendente – o no- que Miguel recurriese al presidente para hacer la llamada, cuando no tuvo ningún reparo en hacerla por la mañana para despedir a Luis. Todo un ejemplo de humildad y capacidad de reconocer los errores. Simplemente patético.